NAVIDAD, FELICIDAD FORZADA?
La
Navidad es tiempo de costumbres y mientras el
ambiente en las calles nos transmite felicidad y alegría, lo cierto
es que también es el momento en el que podemos sentirnos más solos
y echamos de menos a quienes ya no están
¿Es
obligatorio ser feliz en Navidad?
En
nuestra memoria queda aquella época de compartir las tradiciones en
familia,
momentos emotivos, sentados todos a la mesa repleta de platos
“especiales”, visitas a belenes, ver a los primos, acostarse
tarde, entretenerse con juegos de mesa en familia, merendar churros
con chocolate, montar el árbol… y donde abríamos aquellos
regalos con tanto cariño e ilusión .
Es
muy posible que no te apetezca comprar regalos, buscar productos
delicatessen para cocinar, adornar la casa,sonreír a los conocidos
que por la calle nos dan besos deseando felicidad, reunirte con ese
familiar que crea la crispación en la mesa todas las nochebuenas, es
posible que no te apetezca este año la Navidad...
Lo
cierto es que es el momento del año en el que más nos puede atacar
la inestabilidad emocional. Tristeza, nostalgia, ansiedad, estrés
..., qué
hacemos con estas emociones?
Escúchate
a ti mismo y actúa en consecuencia.
Siempre
desde el respeto a los demás, tienes derecho a decidir lo que te
apetece en estás fiestas... porque quizás tengas un familiar enfermo
en el hospital, te haya defraudado tu pareja, eches de menos a un ser
querido, una mala situación laboral, o simplemente te toque
trabajar... y prefieras aislarte del espíritu navideño, es solo una
fecha,habrá mas.
Lo
principal es sentirse cómodo con aquello que estás haciendo. Si
celebrar la Navidad de un modo más sencillo nos hace sentirnos mejor
con nosotros mismos, no lo dudemos ni un segundo.
Tampoco
utilicemos estas fechas para lamentarnos de nuestra situación. Lo
mejor es que le des la vuelta a todos tus malos pensamientos.
Planes
no forzados y tiempo para ti mismo. ¡Puede ser perfecto!
Puedes
ir acumulando los momentos maravillosos que compartes con las
personas que más quieres. A veces son instantes, sobremesas que se
alargan indefinidamente o ese café tan especial que solo tiene lugar
una vez al año. La consigna que debes seguir es que disfrutes de los
pequeños detalles .
Abajo
con los momentos que nos agobian y provocan cierto nivel de
agotamiento y estrés, dedícate a lo que te hace realmente sentir
bien. Sal de compras solo si lo disfrutas, pon el árbol de Navidad
en casa solo si eso te hace feliz...
No
puedes estar disponible para todo el mundo. No te sientas culpable.
Tenemos derecho a pensar en nosotros mismos. Comuniquemos
a la familia y amigos que tales días a tales horas no estaremos
disponibles. Así los demás también podrán encajar sus agendas
para tener tiempo para ellos.
No
idealices las Navidades, ni generes unas expectativas demasiado
altas. Intenta mantenerte en la normalidad y seguir con tu día a
día, la rutina nos genera autocontrol.
Cuando
tenemos pareja, la decisión de en qué casa se va a cenar es, a veces, un tema incómodo. No lo dejemos para el final. Elegir un
momento tranquilo para negociar con ternura, comprensión y empatía,
prometiendo ceder la próxima vez si en esta nos ha tocado ganar.
Noche
de Paz
Noche
de amor...
dice
un clásico villancico, pero que hay de esto en la realidad de
nuestros días?
Tienes
que saber que ninguna familia es perfecta y no agobiarte por la
rencillas que puedan surgir en la tuya.
La
familia no siempre es la de origen. La familia es aquel grupo de
personas donde te sientes querido, apoyado, protegido, los que
están a su lado en los buenos y malos momentos. No te sientas mal
por elegirlos, ellos son los que están siempre ahí.
Es
muy incómodo estar obligado a compartir una cena tan íntima con
personas que te han despreciado o faltado el respeto. Estas
situaciones requieren de un gran autocontrol para no empeorar el
conflicto. Todos
somos libres de expresar lo que pensamos o sentimos, siempre y cuando
no nos entrometamos en la libertad de quien tenemos enfrente.
Guardemos
los temas conflictivos y los reproches para momentos menos
sensibles.
La
ausencia de los que faltan se hace más intenso en estos encuentros
familiares pero intentemos no convertirlo en un motivo de
tristeza. Podemos recordar con alegría la cantidad de buenos
momentos que compartimos con ese ser querido.
Nos
gusta regalar. Lo que nos incomoda es tener que comprar por comprar,
a sabiendas incluso de que muchos de los regalos serán devueltos.
Pensar
en los gustos, deportes, aficiones de las personas a las que
obsequias, facilitará las cosas.
Los
regalos de los niños son otra fuente de estrés. Se regala mucho y
mal. Los niños no llegan a disfrutar de la cantidad de juguetes que
reciben. Distribuye entre los familiares esa carta con sus
peticiones, donde no debería faltar nunca los juegos de mesa,
material deportivo y libros.
Aprovechemos para educar
en valores. Enseñemos a nuestros hijos no a dar lo que les sobra,
sino lo que se ama: su tiempo o un juguete querido. Hacer sentir bien
a los demás es una fuente de bienestar enorme.
Es
buena ocasión también para acordarnos de todos aquellos que si que
desean disfrutar sus navidades y no pueden porque tienen que
trabajar, y que en sus hospitales o centros de trabajo buscan ese
momento libre para... pequeños detalles, pequeños momentos.
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